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Nombre científico: Scorpaena scrofa
Este escorpeniforme es el quizás el más conocido de su familia y, sin duda, el más importante desde el punto de vista económico y gastronómico.
Además, es el que mayor dimensión alcanza, llegando a medir más de medio metro. De hábitos nocturnos, permanece inmóvil casi todo el día, efectuando sólo breves desplazamientos, para posarse de nuevo en el fondo. Allí se camufla a la perfección, destacando sólo sus ojos, como dos cristales mates, de una belleza inusual.
Es un mal nadador y se muestra incapaz de mantenerse entre dos aguas, a causa de no contar con vejiga natatoria. Una de sus características principales, así como del resto de la familia de los escorpénidos, es la multitud de espinas venenosas que tiene distribuidas a lo largo de su cabeza y sus aletas.
La única forma de manipularlo con garantías es introduciendo el índice y el pulgar en su boca, los cuales separaremos todo lo que den de sí dentro de sus fauces. Sus dientes son minúsculos y, de hecho, apenas los necesita para cazar, pues su técnica pasa por absorber a sus presas con un movimiento seco de los opérculos. Para ello, lógicamente, éstas deberán acercase mucho al cabracho, por lo que se pueden entender sus dotes para el camuflaje.
El cabracho pica a los aparejos de fondo cebados con una gran variedad de carnadas, pero también a todo tipo de señuelos que pasen los suficientemente cerca y despacio de su boca, como para que pueda atacarlos. Y cuando me refiero a todo tipo, es exactamente eso: todos. Este imponente cabracho de la foto picó a un "pajarito" de calamar.
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